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Jorge Lazarte | Archivo Los Tiempos |
ANÁLISIS | EL POLITÓLOGO
JORGE LAZARTE EVALÚA LAS PERSPECTIVAS DEL OFICIALISMO Y LA OPOSICIÓN EN LO QUE
CALIFICA COMO UN NUEVO ESCENARIO POLÍTICO. ADVIERTE QUE A FUTURO SE ABRE UNA
PELIGROSA ETAPA DE INCERTIDUMBRE QUE DEBE SER CONJURADA.
La
coyuntura política post 21 de febrero de 2017 presenta, para Jorge Lazarte, a
un gobierno en proceso de debilitamiento y sin rumbo. Paralelamente, observa
que la oposición aún no sabe cómo canalizar el potencial de la multitudinaria
movilización que salió a las calles a rechazar una nueva candidatura de Evo
Morales. El reconocido politólogo conversando con OH! expresó su preocupación
por lo que califica como un futuro nada alentador para el país.
OH!: Hay quienes observan un
descenso irreversible de la era del Movimiento Al Socialismo (MAS), mientras
que el oficialismo apuesta a una continuidad de más de un lustro. ¿Cómo define
la actual coyuntura política del país?
Considero
que vivimos un parte aguas entre lo que fue antes y lo que vendrá. La estructura
de poder que empezó a organizarse el año 2006 está cerrando un ciclo para dar
paso a otro. En la primera parte fue una estructura en ascenso. Podía hacer
todo en el país, tenía todo el poder en sus manos, ganaba todas las elecciones,
todas las apuestas le salían bien. Pero esa época de reforzamiento de poder
parece haber llegado a su término.
El
quiebre de ese paso fue el 21 de febrero de 2016. El MAS perdió el referéndum
que nunca imaginó que podía perder. Y esa derrota no sólo fragiliza, sino que alcanza
al corazón de esa estructura de poder que es el presidente Evo Morales. De él
depende el funcionamiento de esa estructura, dado su carácter tan personalista,
caudillista, que es, al mismo tiempo, su fortaleza y su debilidad. El
debilitamiento del corazón afecta a todo el sistema de poder. Las
movilizaciones del 21 de febrero de este 2017 de alguna manera ratificaron en
las calles lo que fue la victoria del NO un año antes.
OH!: Un factor constante en el
tiempo de ascenso ha sido una escuálida y atomizada oposición. ¿En este parte
aguas hay una fuerza opositora en formación o persiste ese casi vacío que deja
al país sin alternativas electorales?
Lo
nuevo, entre varios indicadores de esta fase distinta es una oposición que
podríamos llamar “de la población”. Se manifestó a través de una enorme
diversidad de grupos ciudadanos que había estado aletargada durante muchísimo
tiempo. Probablemente fue la movilización más grande en la historia boliviana,
y la única que se produjo contra este gobierno en los últimos años. Su núcleo
son los sectores particularmente sensibles a este deterioro de la imagen
presidencial, es decir, las clases medias.
Esta
manifestación demostró que hay un potencial electoral y de movilización muy
grande en el país. Pero, los partidos políticos de oposición han tenido que
jugar un papel más discreto. Ellos no movilizaron a la población, más bien la
siguieron. Y, sin duda, carecen de la capacidad de canalizar todas estas
energías que se han desplegado en la última movilización. Y para eso no resulta
suficiente la buena voluntad.
La
oposición tiene graves problemas que no puede enfrentar hasta ahora. Esto
explica el rol secundario que jugó en la manifestación ciudadana del 21 de
febrero y el hecho de que es una oposición que no cuenta para nada en el país.
Ni ella misma es capaz de movilizarse y menos es capaz de movilizar a la
población.
OH!: ¿Cómo podría esa
movilización masiva encausarse hacia una opción de poder?
Para
decirlo de manera más esquemática, tendría que pasar del “NO” al “Sí”. Me
explico: el “NO” ha reunido a todos los descontentos de diversas sensibilidades
políticas y cuyo único vínculo era oponerse a la reelección de Evo Morales,
pero entre ellos no hay vínculos positivos. Entonces dar ese paso del “NO” al
“Sí” será una tarea muy grande. Esto porque implica resolver varios problemas
que la oposición no está pudiendo resolver y en muchos casos ni siquiera se los
ha planteado.
Por lo
tanto, se debe pensar qué va a pasar más adelante. Podemos explicar esta esta
situación con la siguiente fórmula: el país pasó de la certidumbre política,
llamada estabilidad, y la incertidumbre jurídica, que caracterizaron a los
anteriores años, a un escenario de incertidumbre política y jurídica.
OH!: Si le sumamos el inicio de
una crisis económica, ¿considera que hay en ciernes el riesgo de una crisis
política y hasta generalizada?
La
combinación de incertidumbre política con incertidumbre jurídica ya entraña
mucho riesgo. A ello se une este ciclo económico distinto, con menor crecimiento
y disminución de los ingresos, que tiene sus efectos políticos. Ello, entre
otras cosas, porque buena parte de la lealtad al Gobierno ha estado sustentada
en el clientelismo. Sus apoyos sociales cada vez más, para apoyar al régimen,
le exigen su parte en la distribución de los recursos, recursos que están
disminuyendo.
Entonces,
incertidumbre jurídica más incertidumbre política, uno de cuyos factores podría
ser la salud del Presidente, más problemas económicos, abren un panorama nada
alentador.
Además
hay la certeza de que el Gobierno se jugará el todo por el todo para imponer la
candidatura de Evo Morales frente a una parte del país, al parecer mayoritaria.
Una parte que no está dispuesta, o no sabemos hasta qué grado está dispuesta, a
aceptar esta imposición que para el Gobierno es de vida o muerte. Entonces la
gran pregunta es si no estamos entrando en el camino de eventuales escenarios
de confrontación.
No se
puede ser en esas condiciones muy optimista hacia adelante. Se abre el reino de
la incertidumbre en términos políticos, económicos y sociales.
OH!: Para evitar aquello, para
una salida virtuosa antes de llegar a problemas graves, ¿qué decisiones
deberían tomar las actuales autoridades?
Desde
el punto de vista político, en Bolivia, para tener razón, hay que imaginar los
peores escenarios. Pero la política consiste en evitar que esos peores
escenarios se produzcan. Es como cuando el médico diagnostica una enfermedad y
advierte que si cierta conducta continúa, entonces se acabará mal y, por tanto,
hay que intervenir a tiempo.
Hay un
proceso de debilitamiento en el Gobierno. Se halla ulcerado por procesos muy
grandes y continuos de corrupción. Entonces llegará un momento en que no estará
en condiciones de asegurar su propia gobernabilidad. Por lo tanto, en
situaciones de debilidad extremas, se es propenso a pactar una suerte de
transición. Se lo hace para conservar mucho de lo que ha hecho. Y también se lo
hace para aceptar un eventual relevo, si se ha perdido el apoyo mayoritario de
la población, en términos democráticos.
Pienso
que el Gobierno está empezando a sentir su propia debilidad. Mientras en su
época ascendente no pactaba con nadie y a todos imponía sus reglas, ahora ha
cedido en varios casos. Recordemos, por ejemplo, el cambio del gerente de la
Caja de Salud, después de que dijo no se iría, o cómo cedió a las recientes
presiones de los cocaleros.
Se
nota que siente su debilidad desde la derrota del 21 de febrero que fue muy
fuerte y le hizo perder su rumbo. Parecería que se dieron cuenta de que ya no
son los mismos de antes y que no pueden seguir gobernando como antes
gobernaban. Entonces es posible que, en medio de un futuro proceso de
debilitamiento, por el imperio de las circunstancias, en algún momento sea
forzado a buscar un acuerdo político para esa transición. El problema es que es
muy difícil hacer un acuerdo político cuando no hay interlocutor en la
oposición.
OH!: ¿Considera que el MAS tiene
posibilidades de gobernar más allá del año 2020?
La
apuesta del MAS, en todos sus niveles, es, como decían en la Constituyente, “de
a buenas o de a malas” habilitar a Evo para otra elección. Para ellos es
cuestión de vida o muerte, saben que si no es en el poder, terminarán muy mal.
En el
pasado estaban más dedicados a poner en marcha todo su proyecto de poder. Ahora
no es el proyecto el que les interesa, sino su propia protección, hasta
personal. Entonces, no se abre un panorama alentador. Uno puede revisar, ya sea
en nuestra historia o en la de otros países, cómo acaban los gobiernos que se
perpetúan. Para evitar esos descalabros, habrá que imaginar una suerte de
transición en algún momento, pero con un gobierno que no ha sido nunca proclive
a pactar con nadie.
OH!: ¿Cuál es el perfil de una
oposición con posibilidades de asumir el gobierno y con perspectivas de
estabilidad?
La
oposición tiene cinco grandes problemas que enfrentar: primero, una visión
alternativa de poder y de país. No la tiene y por ello es una oposición que a
veces no sabe en qué oponerse y en qué no al actual Gobierno. No trabajaron una
visión alternativa ni antes ni hoy. Y eso no es fácil de fabricar de la noche a
la mañana. Segundo, precisa un liderazgo que sea el portador de esta visión
alternativa de país. Un liderazgo que le diga al pueblo que tiene un horizonte
hacia adelante y que no solamente le hace críticas al Gobierno. Debe proyectar
ese mensaje bajo dos factores: ni retorno a lo peor del pasado ni persistir en
el presente, lo que implica inventar un futuro.
Tercero,
la oposición debe organizar una estructura con capacidad de movilización y
soporte del liderazgo. Es algo inexistente porque hoy en Bolivia no hay
partidos políticos, ni siquiera el MAS es un partido político. Cuarto, debe
tener una estrategia ganadora, para saber cómo vencer al MAS en las próximas
elecciones. Y quinto: debe convencer al país que está en condiciones de
gobernar. Tiene que demostrar que no sólo puede vencer electoralmente al MAS,
sino que además es capaz de reemplazarlo.
Ello
porque en el caso de Bolivia, la garantía de gobernabilidad no son la Ley ni la
Constitución. Eso pasa en otras partes donde quien ha sido elegido por cuatro
años se queda cuatro años aunque su nivel de apoyo llegue al 15 por ciento.
Aquí, la garantía de gobernabilidad es la capacidad que tenga el Gobierno,
además de ganar las elecciones, de aguantar la presión de las calles.
Perfil
Jorge Lazarte Rojas
Jorge Lazarte Rojas- Archivo Los Tiempos
Estudió
filosofía y letras en la Universidad Mayor de San Andrés. Luego realizó
estudios en la Ecole des Hautes en Sciences Sociales en Paris y es doctor en
Ciencias Políticas de la Sorbonne Nouvelle de París. Entre 1990 y 2002. El año
2005, fungió como Delegado Presidencial para asuntos políticos en el gobierno
de Eduardo Rodríguez Veltzé. Entre 2007 y 2009 fue Asambleísta Constituyente.
Asimismo ha ejercido la cátedra universitaria en diversas instituciones, entre
ellas, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Es miembro
del Comité Ejecutivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política e
investigador asociado del Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales
(ILDIS-F.E.S.).
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